La reconquista de un jardín olvidado
El Malecón y su vegetación sufre cada año los estragos de las fiestas populares de la capital murciana
Bien conocido por los murcianos es el Jardín del Malecón, emplazamiento importante donde cada abril y septiembre se celebran las Fiestas de Primavera y los Moros y Cristianos de Murcia respectivamente. Todos los murcianos conocen las festividades típicas, pero son pocos los que saben la historia que se esconde detrás del suelo que pisan durante estos eventos. En la región, se disfruta el festejo y los paparajotes, mientras tanto, muchos de los árboles de este jardín se ven dañados y eliminados del lugar sin piedad.
Durante décadas, el Jardín ha sufrido altibajos debido a diversas causas políticas, económicas y sociales. El Jardín del Malecón ha sido denominado también a lo largo de su historia como “Jardín Botánico”. A pesar de ello, son numerosas las veces en las que esta denominación le ha quedado grande. Un jardín botánico debe ser aquel encargado de estudiar, divulgar y conservar las especies vegetales pero, en la actualidad, no es algo por lo que una gran mayoría de la sociedad murciana esté velando.
Para comprender el deseo que una minoría tiene de devolverle el atributo de jardín botánico al Malecón, es necesario dar un paseo histórico por esta zona.
Vista de algunos parterres cedidos a la Asociación de Amigos del Jardín Botánico de Murcia
Los orígenes del Jardín del Malecón
Este jardín nació en el siglo XIX de la mano de D. José Echegaray, quien se encontraba al frente de la cátedra de Agricultura del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Murcia, creado en 1837. Echegaray solicitó que se le concedieran los terrenos del antiguo huerto que, en dicho momento, pertenecían al Convento de San Francisco. A partir de ahí, el jardín, vinculado únicamente al uso por parte de los alumnos de Agricultura e Historia Natural del Instituto, comenzó a crecer y prosperar. Durante aproximadamente un siglo completo, desde finales del siglo XIX y comienzos del XX, el Jardín del Malecón debía ser irreconocible por los murcianos contemporáneos. Según cuentan las crónicas, llegó a tener un invernadero para la conservación de especies. Pero, como dice el dicho, no hay mal que cien años dure, pero el bien, tampoco.
Diferencia de densidad de vegetación a lo largo de los años. Fuente: Instituto Geográfico Nacional (IGN)
La Guerra Civil Española (1936-1939), arrasó con gran parte del patrimonio artístico y otros bienes nacionales. “El patrimonio artístico español fue quemado, destrozado, vendido ilegalmente y alterado para siempre”, expone Nacho Ruiz en el periódico de La Verdad. Otro caso es el del Jardín Botánico que, aunque en los años cuarenta pudo recuperarse parcialmente, no salió mejor parado. Fue utilizado durante la contienda para otras acciones diferentes a las que fue diseñado y por ello, al finalizar, quedó abandonado y destrozado.
Un par de décadas más tarde, en los años 1959-1960, el Instituto al que estuvo vinculado el jardín fue derribado y, en su lugar, se construyó una sala de fiestas llamada Nairobi, inexistente en la actualidad. Para su construcción se ocuparon terrenos propios del jardín, por lo que gran parte de la vegetación fue eliminada. Otra década más tarde, el jardín se convirtió en un verdadero solar, utilizado únicamente como recinto ferial y aparcamiento conservando tan solo algunas especies arbóreas.
Por no romper el paradigma de altibajos del jardín, diez años más tarde, se comenzó a elaborar un proyecto para la reconstrucción de un nuevo jardín botánico. Se llevó a cabo en 1974 y, limitado y rodeado por el Paseo del Malecón y el Plano de San Francisco, englobó el lugar comprendido desde el Plano hasta el puente elevado de la autovía, construido en 1973. Fue en este momento cuando el Jardín comenzó a llamarse el Jardín del Malecón ya que, el paseo contiguo fue mandado construir por el Cardenal Belluga en 1735 con diques o malecones para defender el lugar de las riadas del Río Segura.
A partir de 1985 se hicieron nuevas y amplias reformas. Se eliminaron los setos perimetrales para abrir el jardín al exterior y evitar la instalación de personas sin hogar, se ajardinaron los paseos cercanos y se plantaron nuevas especies. Pero uno de los cambios que, a priori, más vida le dio al lugar, fue la construcción de un lago en la zona cercana el puente de la autovía.
Este lago tuvo una vida útil de 18 años. “Una vez construido, comenzó a dar muchos problemas de filtración. Quizá el error fue que, por ahorrar dinero, se contrató a una empresa que no estaba especializada en hacer embalses de ese tipo”, explica el Ingeniero Técnico Agrícola Jose Manuel Sánchez Lorenzo de Cáceres. En este nuevo proyecto se colocaron además placas de metacrilato identificativas para conocer cada especie, su familia y origen. Además, en 1989, Lorenzo de Cáceres creó una guía muy completa de ilustraciones y descripciones detalladas de las especies del Jardín del Malecón una vez recuperado.
Sin embargo, de nuevo, el estado de este jardín comenzó a decaer pasados unos pocos años. Desde comienzos de siglo, el uso del Jardín del Malecón ha quedado relegado a modo de recinto ferial, estado que continúa en la actualidad. La mayoría de las placas identificativas desaparecieron o se rompieron y gran parte de las especies se perdieron o quedaron en muy mal estado. De esta manera, el jardín entró, de nuevo, en una situación de semi-abandono.
Una de las pocas placas que quedan actualmente del proyecto de finales del siglo XX
Los verdugos del jardín
Año tras año, el Jardín del Malecón se ve arrasado por la multitud murciana, principalmente en los períodos de abril y septiembre. Tras su paso, el lugar queda disfrazado de basurero. Como comenta Susana Rams en su artículo “El Malecón, un Jardín Botánico que agoniza”, este jardín es “un lugar que más bien debería considerarse una pequeña joya donde poder pasear”.
En 1993, ya se tenía la intención de trasladar al Malecón la fiesta de Moros y Cristianos. Previamente se alojaban en San Esteban, donde actualmente se encuentra un yacimiento encontrado en el año 2009. Fue en junio de 2006 cuando, debido a la perseverancia de los festeros, se consiguió el nuevo emplazamiento de estos festejos.
En abril, se celebra en Murcia tras la Semana Santa, las llamadas Fiestas de Primavera. En ellas, destacan sobre todo, las barracas, el Bando de la Huerta y el entierro de la sardina. Estas primeras, las barracas, se colocan en varias zonas repartidas por la capital murciana. Entre ellas, el Jardín del Malecón. Consisten en construcciones de cañizo en las que se instala una cocina y se distribuyen mesas para que los murcianos disfruten de la gastronomía tradicional.
Acabado el verano, durante una semana de septiembre, Murcia vuelve a estar en fiestas. Los principales atractivos son: la Feria, celebrada en el recinto de la Fica, donde se colocan numerosas atracciones, los “Huertos” y los Moros y Cristianos que tienen su emplazamiento en el Jardín del Malecón. Los “Huertos” son montajes realizados por las peñas de huertanas de Murcia, similares a las barracas, pero concentradas únicamente en el Malecón. Estas se instalan al inicio de este Jardín. Al mismo tiempo, al final del mismo, los Moros y Cristianos montan sus kábilas y Mesnadas.
Tantos eventos concentrados en un mismo lugar y periodo de tiempo, con tanta afluencia de personas, hacen que su recuperación como jardín botánico no sea viable en este momento.
Instalación del suelo para la colocación de barracas durante las fiestas de primavera.
“Es incompatible el poder llamarlo jardín botánico con la instalación de las fiestas. O se elige una cosa o se elige otra”, afirma Sánchez de Lorenzo. Estas fiestas han causado daños en la vegetación a lo largo de los años. Un ejemplo que Sánchez Lorenzo apunta es el de Erythrina crista-galli, la cual, ha sido una de las más afectadas durante estos eventos debido, principalmente, a la instalación irresponsable de las cocinas dentro de su propio recinto, como si las vallas no hubieran sido colocadas con una intención. Este árbol, debido a su singularidad en la Región, debía haber sido protegido y cuidado. Sin embargo, a modo de salvación, se ha visto sometido a una cirugía arbórea, y presenta, en la actualidad, dos especies de muletas que sujetan algunas ramas principales.
“Es incompatible el poder llamarlo jardín botánico con la instalación de las fiestas"
Antes de la instalación de las fiestas, el Jardín del Malecón estaba distribuido en dos tipos de zonas, unas zonas de arena y otras de césped, donde se situaban las plantaciones. Las vallas vinieron un poco más tarde. El jardín ha sido modelado y diseñado en los últimos años pensando en la instalación de los festejos murcianos. José Manuel Sánchez ha podido conocer numerosos jardines. Entre ellos se encuentran jardines para ciegos, para perros, para niños y personas de tercera edad, pero lo que le sorprende de este jardín, es que se haya convertido, afirma de forma irónica, en un “jardín para comensales”.
Lo que falla, según afirma José Pedro Marín Murcia, es “principalmente, la voluntad política de trasladar las fiestas de Moros y Cristianos, Huertos y Barracas”. Marín Murcia es creador del proyecto 2012 para la recuperación del legado botánico.
Coche aparcado dentro del recinto, enfrente de la puerta de uno de los parterres cedidos a la Asociación. Este vehículo dificultó el trabajo de los voluntarios en dicho lugar.
Los curanderos reconquistan poco a poco el jardín: proyecto 2012
En 2012 fue creada la Asociación de Amigos del Jardín Botánico. “Se solicitaron al Ayuntamiento dos parterres para realizar la plantación de especies autóctonas de la región de Murcia y otra de interés etnobotánico”, explica Marín Murcia, fundador de este proyecto. Tiene convenio con el Ayuntamiento, quien proporciona materiales para que pueda seguir funcionando. Además, a través de la Universidad de Murcia se ofertan, cada año, plazas de voluntariado con bonificación de créditos de libre configuración.
Cada domingo, voluntarios como Khouloud Azhari y Miguel González Blanco, participan en las labores de cuidado del jardín. “Quitamos malas hierbas y basura que tiran los ciudadanos”, explica Azhari. González añade, “en algunas otras fechas hacemos plantaciones, trasplantamos algunos individuos y llevamos a cabo pequeñas podas”.
Voluntarios durante las actividades de limpieza.
Aunque la mayoría de voluntarios carecen de formación en jardinería, ponen todo su empeño en la conservación, cuidado y limpieza del lugar. A pesar de ello, todos los jardines botánicos precisan de personas especializadas. “Un jardín botánico es algo muy particular, no es un jardín cualquiera”, afirma José Plumed, Técnico especialista en Agricultura del Jardín Botánico de Valencia. Puede parecer una obviedad pero, solo en el Jardín Botánico de Valencia se encargan del cuidado de 3500 especies de plantas. Es en su totalidad, a diferencia del Jardin del Malecón, de carácter botánico. A pesar de la gran importancia de los jardines en todas las ciudades, “la jardinería es una ciencia poco desarrollada en nuestro país y no tenemos nuestro propio estilo”, expone Plumed. Este problema abarca prácticamente todos los jardines de España, quienes han heredado la jardinería árabe. La profesión de jardinería, a pesar de su belleza, ni siquiera está bien valorada en España.
“La jardinería es una ciencia poco desarrollada en nuestro país y no tenemos nuestro propio estilo”
A pesar de ello, con tan solo dos parterres que se están utilizando a modo de Jardín Botánico y gracias a la gran labor de los voluntarios, las especies botánicas del Jardín del Malecón dan mucho de sí. Cada domingo los transeúntes, ocasionales o no, se interesan por la labor que se está realizando y por algunas especies presentes en el jardín. “Se podrían habilitar días de visitas para grupos, sobre todo para los más pequeños, para que aprendan a respetar el medio y valoren este jardín”, aclara Azhari.
Público interesado en el voluntariado y las actividades del jardín.
Estos parterres están vallados y, de forma general, se abren al público únicamente durante la celebración de la Semana de la Ciencia. Durante esta semana se hacen visitas y actividades para todos los públicos y dirigidas sobre todo a los más pequeños. En 2018 los voluntarios de la Asociación de Amigos del Jardín Botánico elaboraron un ScapeRoom que triunfó sobremanera entre los jóvenes, quienes acudían ilusionados incluso una vez cerradas las puertas y el horario establecido.
“Conozco otros jardines de Murcia pero nunca hubiese imaginado que el Malecón tuviese una parte de divulgación botánica”, admite el voluntario Miguel González. La organización de charlas para el público murciano podría dar a conocer este jardín desconocido y toda la historia que esconde. Además, podría ser un impulso para este proyecto y para la recuperación del legado de este jardín, poniendo el valor, de nuevo, la herencia que dejó D. José Echegaray, fundador de este lugar de enclave botánico. Las intenciones de futuro son claras para la Asociación de Amigos del Jardín Botánico pero el destino es incierto.
Como dijo el poeta inglés William Wordsworth (1770-1850), “la naturaleza nunca ha traicionado a quien la ha amado” y ahora les toca amar a los murcianos.
Niños durante las plantaciones de la Semana de la Ciencia 2018.